Estos buques permiten a los guardacostas mejorar sus actividades institucionales de patrullaje y salvaguardia de las aguas nacionales. Su gran flexibilidad operativa permite llevar a cabo operaciones muy diversas, como el patrullaje de las aguas azules, las operaciones de lucha contra la contaminación, la asistencia a otras embarcaciones en dificultades o las operaciones de búsqueda y rescate. Estas embarcaciones tienen una eslora de entre 50 y 55 metros y pueden alcanzar una velocidad máxima de entre 23 y más de 30 nudos en función del sistema de propulsión elegido.
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